la espera



"Se desagradable, es exquisito
comparable con eso que se cree
que se llama estilo
máculas peludas
"


No vuelva o vuelva despacio, deme el tiempo suficiente para secar esto, déjeme que termine el tejido que hice para esperarle mientras usted burlaba mis llamados, mis quejas, usted sembraba escupidas en las acequias, yo me clavaba los ruedos en la escalera que termina en el fastidio y en la terraza que termina en el cielo que termina ahí  donde esta todo el decorado que pusimos para que no se viera la mancha de sudor  que usted hizo cuando se resignaba a lijar el borde del telón que pusimos por debajo del pasante que instalamos.
Yo me hacia la boba la que no entendía, usted se hacía la viva la que sabia perfecto adonde había que ubicar cada tornillo y construimos esa maqueta de dos veinte por tres cincuenta, ese prototipo de glóbulo seminal, ese paradigma de compuerta para dejar pasar las gaviotas que se daban contra la ventana que daba al jardín y que en las tardes de otoño se teñía de rojo y gris.
Un día de abril me regaló un botón para que no le extrañara, un botón color perlado y  un domingo de ese mes me dio una foto de Claudio, el salía hermoso, el domingo toqué fondo, fueron dos y ninguno, fueron dos para adentro en nuestro propio huerto, después  un tal Carlos que tenia el mismo apellido del payaso lo saco de la fila.
Ese día lloré junto a la foto, lloré porque usted me dio esa foto y porque perdí el botón.

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2 Responses to la espera

  1. es raro, atrapa. un poco que me desconcierta tambièn. me gusta este estilo un poco mas largo tipo relato. sigamos caminando

  2. ambigua says:

    me gustan mucho las oraciones que tardan en terminar queriendo agregarle otra cosa que no se lee en la primer leída

Yendo por aquel campo, aparecían, de pronto...

Yendo por aquel campo, aparecían, de pronto, esas extrañas
cosas. Las llamaban por allí, virtudes o espíritus. Pero, en
verdad eran la producción de seres tristes, casi inmóviles,
que nunca se salían de su lugar.
Estancias al parecer, del otro mundo, y casi eternas,
porque el viento y la lluvia las lavaban y abrillantaban, cada
vez más. Era de ver aquellas nieves, aquellas cremas,
aquellos hongos purísimos... Esos rocíos, esos huevos,
esos espejos.
Escultura, o pintura, o escritura, nunca vista, pero, fácilmente
descifrable.
Al entreleerla, venía todo el ayer, y se hacía evidente
el porvenir.
Los poetas mayores están allá, donde yo digo.

Marosa di Giorgio-De "Clavel y tenebrario" 1979
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