Cuando la felicidad nos sale al paso
nunca lleva el hábito
con que nosotros pensábamos encontrarla.
Macedonio Fernández
De lo suyo nada.

Ya no se reciben
cuerpos ni coronas de flores.

Acà el cartel es muy claro
entonces lea,
pero lea.
El empapelado es mìo, sì.
Està pegado con baba,
pero mìa.
Aquì no estacione el tango
ni la excusa de sus manos.

De lo suyo nada.

Dientes de leche
no se reciben màs.

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Yendo por aquel campo, aparecían, de pronto...

Yendo por aquel campo, aparecían, de pronto, esas extrañas
cosas. Las llamaban por allí, virtudes o espíritus. Pero, en
verdad eran la producción de seres tristes, casi inmóviles,
que nunca se salían de su lugar.
Estancias al parecer, del otro mundo, y casi eternas,
porque el viento y la lluvia las lavaban y abrillantaban, cada
vez más. Era de ver aquellas nieves, aquellas cremas,
aquellos hongos purísimos... Esos rocíos, esos huevos,
esos espejos.
Escultura, o pintura, o escritura, nunca vista, pero, fácilmente
descifrable.
Al entreleerla, venía todo el ayer, y se hacía evidente
el porvenir.
Los poetas mayores están allá, donde yo digo.

Marosa di Giorgio-De "Clavel y tenebrario" 1979
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